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  • "El Limonero" dirigida por Eran Riklis

domingo, 26 de octubre de 2008

Chihuahua: Panorama 2009

Con un proceso electoral restante en el estado de Hidalgo el próximo 9 de noviembre, ese estado del centro del país elegirá 84 ayuntamientos y con ello terminan las elecciones de este 2008 donde el gran triunfador ha sido el Revolucionario Institucional. En especial, los últimos triunfos han sido los que más optimismo han contagiado a los priístas de todo el país: el rescate de Acapulco y las principales ciudades de Guerrero así como el carro completo en las elecciones para diputados en nuestro vecino estado de Coahuila. En Chihuahua, estos triunfos han hecho que los dirigentes priístas recuperen la sonrisa y se sientan confiados, fuertes y sólidos rumbo al proceso electoral federal del 2009.

Pero la cosa no está fácil para el PRI en el estado aunque los dirigentes priístas hagan como suyos los triunfos en Guerrero y Coahuila, en Chihuahua el PRI no se encuentra en su mejor momento, sobre todo en la capital, que de ser el gran orgullo priísta se convirtió en la debilidad tricolor. Aún y en 1992 con el triunfo de Francisco Barrio en la gubernatura, Chihuahua capital se mantuvo fiel al tricolor, haciendo alcalde a Patricio Martínez y de ahí hasta que la división interna hiciera que el PAN triunfara en 2004.

Las cosas en Guerrero, para lograr un triunfo que parecía imposible para el PRI, las circunstancias jugaron un papel determinante. Un PRD al que le ganó la ambición, un Frente Amplio Progresista que compitió mutilado, lo tibio que ha gobernado Zeferino Torreblanca y los malos candidatos que impuso en las principales ciudades. Y la verdad es que la elección la perdió el PRD. Completo el Frente Amplio, nadie les hubiera ganado la elección pero la división los fragmentó y entregaron lo obtenido en 2005.

No hay que menospreciar el trabajo que hizo el PRI: trabajó duro en tierra y recuperó 60 mil votos que hace tres años lo habían abandonado y por un ligero margen triunfó su candidato en Acapulco, Manuel Añorve a un candidato de Convergencia que pierde la misma elección por tercera vez.

En Coahuila ayudó mucho que la elección de diputados no compartía reflectores con ninguna otra. El PRI en Coahuila tiene un gran mérito, logró resultados impensables en la región lagunera como hace años no sucedía. El capitán del tricolor coahuilense, Rubén Moreira ha trabajado bien para fortalecer la gestión de su hermano el gobernador. Humberto Moreira, como gobernador, está bien aprobado en su estado y se ha volcado completamente hacia las clases medias y bajas, lo que le ha valido los adjetivos de populista por la oposición pero ha combinado bien eso con un excelente trabajo de las bases priístas. Es un gobernador que tiene todo a su favor y todo bajo control, a diferencia de Torreblanca.

En Chihuahua el PRI tiene el gran reto de recuperar la capital del estado. Chihuahua solo había sido gobernada por el PAN en 1983, cuando la decisión tardía del grupo en el poder decide eliminar al candidato natural para repetir con un exalcalde (fórmula que nunca ha funcionado en Chihuahua capital). Desde ese entonces el PRI no había vuelto a perder hasta que llegó Juan Blanco y venció a la dama fuerte tricolor, producto de la división interna. La historia se repitió en 2007. La división interna, la soberbia, los aduladores y los “autores” del triunfo que ahuyentaban a quien se acercará al entonces candidato. Como siempre los “autores” del triunfo desaparecieron en minutos y la derrota, quedó huérfana.

Nadie pensaba en 2004 que el PRI pudiera perder la capital del estado teniendo todo a su favor: un candidato a gobernador popular, carismático y con amplia ventaja que soportaba a los candidatos a diputados y a presidentes municipales. El PRI pierde y la división evidente durante la campaña creció e inició una cacería de “culpables”. Para 2007 nadie pensaba que el PAN repitiera con un proceso interno del PRI que llamó la atención, un candidato popular y toda la maquinaria aceitada a su favor. La división cobró sus facturas y Borruel ganó.

Llega el proceso electoral 2009 donde el PRI busca mantener la avasalladora mayoría en Juárez, recuperar los distritos de Chihuahua capital y el de Delicias. El reto es grande pero parece que los jerarcas priístas no han entendido las lecciones de 2004 y 2007. El PRI tiene que ir unido y no es un grupo de puros cuates.

El PRI de Chihuahua se ha convertido en una maquina recicladora de nombres, un embudo donde nada más los mismos de siempre logran pasar. Los nombres que suenan en los cafés y corridillos políticos son los mismos, los mismos y los mismos. Parece que el PRI tienen crisis de candidatos pues en su caso, parece que quiere repetir los candidatos de 2006 en el 2009. El PRI no se pone a investigar quienes serían los perfiles ganadores y no cuales de mis amigos se verían bien en los pendones y propaganda. El PRI de la capital piensa que la circunstancia nacional le dará votos pero el PAN de Chihuahua se está unificando a sabiendas de que en 2009 está la clave para el 2010 además de que han trabajado bien en las bases creando su propia estructura o mermando la priísta.

En el PRI no hay crisis de figuras ni de nombres pero cuando nada más recurren a los mismos de siempre, los resultados serán los mismos de siempre. ¿Cómo puede esperar el PRI nuevos resultados haciendo lo mismo de siempre?

Ante sí tienen el tricolor un reto muy grande: recuperar los distritos de la capital no será fácil pero sin unidad y sin mirar a ver los priístas relegados, no será posible. Tampoco sin los jóvenes. Los jerarcas priístas presumen que en sus eventos tienen lleno de jóvenes, cien, trescientos, dos mil, pero habrá que ver si se les voltea ver para las oportunidades o es solo parte de un discurso hueco que por años ha aburrido a la juventud priísta. La unidad es la clave para que en Chihuahua el PRI gane y fortalezca la gestión de Reyes Baeza.

Competido y complicado será, pues, el panorama 2009.

ULTIMALETRA
Mantener vivas nuestras tradiciones es cada día más difícil ante la influencia de nuestro vecino del norte. El día de muertos es una tradición muy mexicana que hay que mantener vigente. Si nuestras tradiciones desaparecen, lo hace también parte de nuestra mexicanidad. Fomentemos las tradiciones, no las eliminemos.

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