
México, D.F.- Con el fin de las campañas cada vez más cerca, podemos observar que la falta de tolerancia se contagia cada día más entre los ciudadanos politizados que defienden a cualquiera de las más sólidas opciones políticas que existen en el estado. Parece que los mexicanos tenemos un concepto de democracia muy distinto a lo que por años hemos añorado. Esto se debe a la circunstancia histórica que vivió el país: un solo partido en el gobierno por 70 años y un solo partido en la real oposición durante 60 años.
Lo que ahora los panistas critican desde Los Pinos “como acciones para desestabilizar al país y al gobierno del presidente Calderón” fueron acciones de las que ellos fueron pioneros. ¿Cómo olvidar las huelgas de hambre de prominentes panistas en los 80’s? Que a muchos chihuahuenses no se les olvida que eran puro espectáculo, ya que en la noche les hacían llegar canastas con suculento pollo frito de una famosa transnacional.
¿O cómo olvidar los “panchitos” de Pancho Barrio? Cuando con la complicidad de la jerarquía católica ochentera clausuraron las iglesias? Y cómo olvidar la toma de los Puentes Internacionales y el gabinete alternativo de Manuel Clouthier tras la elección presidencial de 1988. Tampoco se olvidan los agravios físicos en sus hogares a connotados priístas, ni el cómo quisieron impedir que Fernando Baeza asumiera las riendas del gobierno del Estado en 1986 y cómo dejar atrás de los bloqueos carreteros que hiciera Vicente Fox en los 90’s.
Ellos son víctimas de lo que ellos crearon: los acciones dañinas de intolerancia en detrimento de toda la ciudadanía y en beneficio de unos cuantos. Se quejan de Andrés Manuel y el legendario plantón en Paseo de la Reforma y se burlan de su “gobierno legítimo” cuando ellos fueron los primeros en crear un gobierno alternativo y desafiar la gobernabilidad. Pero en su escuela de intolerancia, que parece a cada panista le hacen asistir de manera obligatoria, también les enseñaron que el vituperio es la mejor arma. Prefieren insultar y calumniar que trabajar. El ejercitar su lengua de manera constante aunque exista nula conexión con el cerebro o con hechos concretos.
Se les olvidan muchas cosas y son muy buenos para señalar los defectos ajenos sin considerar las propias fallas. Muy buenos para calumniar a Reyes Baeza y se les olvidan algunos célebres panistas con vínculos probados con delincuentes o delitos cometidos como es el caso del Gobernador de Morelos, Dr. Marco Adame quien por “acción u omisión” tiene a su estado al borde de la guerra entre ciudadanos y secuestradores y otras finas especies. Por algo cayeró sus secretario de seguridad pública. ¿Dónde están las voces panistas para denunciar los atropellos y complicidad de este gobernador con el crimen?
En Colima, Virgilio Mendoza Amezcua, alcalde con licencia de Manzanillo y actual candidato a diputado federal quien aceptó, de viva voz, haber aceptado dinero de origen ilícito para su campaña, ¿y la voz de los panistas castos y puros para denunciarle?
Y qué decir del famoso caso de Jorge Vizcarra, quien fuera alcalde de Tonalá, Jalisco quien fue prófugo de la justicia por ser acusado de los delitos de desvío de recursos, tráfico de drogas y abuso de poder. ¿Dónde estuvieron los incesantes ruegos de justicia a la autoridad por parte de los panistas?
No hay, ni hubo voces panistas que denunciaran a estos “pulcros” panistas y mucho menos levantaron la voz para denunciar el despilfarro del “góber piadoso” de Jalisco, Emilio González Márquez quien ha destinado más de 200 millones de pesos para promocionar su estado en telenovelas y más de 136 millones de pesos donados a discreción a la Iglesia Católica de Jalisco, cuando el 60% de los municipios de ese estado tienen apenas un presupuesto anual de 100 millones de pesos. Y ningún panista dijo nada, le perdonan todo…hasta dañar al pueblo con su despilfarro.
Pero si el secretario particular del presidente Calderón hostiga a los obispos chihuahuenses por respaldar la conducta intachable del gobernador del estado, los panistas no dicen nada, en automático aplauden la acción y tomando una posición juarista, que totalmente aborrecen, rechazan que la Iglesia Católica se inmiscuya en política y más con el PRI.
La Iglesia local no se metió en política. La Iglesia local no mencionó partidos. Como organización religiosa avala la conducta del hombre que encabeza la institución que gobierna a los chihuahuenses. Si defender a los chihuahuenses y su gobernador electo por abrumadora mayoría, es pecado, entonces somos muchos más los chihuahuenses en pecado. Vemos que la amnesia le ha pegado a los panistas y hasta juzgan a los obispos. Si pecado es querer a nuestra tierra y defenderla de la calumnia, entonces muchos seguiremos pecando.
ULTIMALETRA
Seguimos esperando la disculpa pública de Tere Ortuño y su respuesta, ¿hasta cuándo defenderá a delincuentes de cuello blanco como Juan Blanco?
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