Película de la semana

  • "El Limonero" dirigida por Eran Riklis

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El poder también muere


El día de los muertos es una de las tradiciones de la cual nos sentimos muy orgullosos los mexicanos. Aunque en la realidad enseñemos a nuestros niños que es más importante una tradición importada como lo es Halloween, cuando andamos fuera del país presumimos tantos elementos de nuestra mexicanidad que en la cotidianeidad, ignoramos. El día de muertos nos hace recordar a los que se adelantaron en el camino que todos habremos de seguir.

Esa vida que tanto queremos y cuidamos. Esa vida que defendemos hasta con los dientes, esa vida que nos ha dado alegrías y sinsabores, esa vida que ha hecho feliz a otros tantos o infelices a otros. Esa vida que buscamos disfrutar a pesar de lo complicado que se vuelve día con día, esa vida la que muchos dejan de disfrutar para sentir el poder de destruir la vida de los otros.

Y no me refiero a la ola de violencia en nuestro querido Chihuahua.

Me refiero a quienes logran posiciones de privilegio y que con un poder conferido por una designación o dedazo se sienten líderes sin serlo, y utilizan ese poder con fines antagónicos a lo que su posición les exige. Se dejan deslumbrar por el efímero glamour, por la adulación permanente, por los excesos y por la creencia de que es eterno.

Quienes sucumben a los accesorios cosméticos del poder, son aquellos quienes no estaban preparado para tenerlo. Sin embargo una constante del poder es que los mejores hombres rara vez lo poseen. Otra constante del poder es que se utiliza para perseguir fines incorrectos. Al contrario de quien gana el poder mediante una lucha democrática, quienes acceden al poder por designación o dedazo, se sienten intocables y sin rienda. Es decir, sienten que no le deben dar cuentas a sus subordinados o base. A ellos parece el poder les quema las manos, no saben que hacer con él y deciden basados en el instinto, en la víscera, con una notable miopía que los lleva a utilizar el poder y confianza conferidos para lastimar, herir, destruir, matar.

En la actualidad se ha convertido una especialidad de gente con poder la intolerancia y actitudes fascistoides. Hay quienes, desde su posición regalada, traicionan sin ton ni son y solo buscan generar una opinión colectiva homogénea. Es decir que todos compartan su opinión y la obedezcan sin chistar. Cuestionar está (parece) penado en la actualidad y es donde, en pleno siglo XXI, se utiliza el poder para reprimir, castigar y censurar opiniones contrarias. La divergencia, la disidencia le pone diversión y sabor. Si nadie cuestiona nada, la vida se vuelve muy aburrida.

Esta gente del poder que hoy en día castiga la divergencia de opinión, busca desaparecer a la gente que no comparte sus ideas. Pero no busca quitarles la vida, busca hacerlos sufrir en vida: busca lastimar lo que más batalla el hombre para construir, su reputación.

Y aprovechando de ese poder regalado (más no ganado) buscan por todos los medios destruir y ridiculizar la vida, legado y trayectoria de un plumazo. Con calumnias a ocho columnas buscan darle vida a la máxima de Goebbels, “una mentira dicha mil veces se convierte en verdad”. Casos hay miles en la historia reciente. Calumnias a ocho columnas hay muchas y pocos han sobrevivido a su devastador efecto en lo inmediato mientras los victimarios alimentadores de la calumnia se regocijan pensando que han matado la reputación de alguien gracias al poder que ostentan. Sonríen ahora, pero no piensan en el día de mañana, cuando el poder no esté en sus manos.

En este día de muertos, estas personas que utilizan el poder sin escrúpulos para destruir vidas con la calumnia, se les olvida que el poder también muere y duele mucho enterrarlo.

No hay comentarios.: