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martes, 10 de julio de 2007
Ulises cantó como las Sirenas
El inevitable desenlace llegó. El enfrentamiento de los poderosos dio como resultado un bipartidismo que se peleaba voto por voto, el domingo primero de julio, ante un ambiente de alta incertidumbre que, se fue aclarando conforme se extinguía el tiempo para sufragar. Caída la tarde, los números de las encuestas de salida daban como ganador, una a Borruel, otra a Cano y la tercera no daba ganador.
Desde hace un buen tiempo, los políticos mexicanos han explotado en demasía a la encuesta, llegando a su apogeo en el año 2000, en la elección presidencial entre Fox y Labastida, donde inició el famoso “boom” de las encuestas, que elección tras elección aparece.
Sin embargo, tras más de 6 años de ese “boom” de encuestitis, el instrumento de medición sufre un deterioro por el concepto e importancia que los políticos mexicanos le han dado.
Los políticos en el país le otorgaron un gran importancia a las encuestas desde el año 2000, sobre todo a las realizadas por algunas empresas, porque le “atinaron” al ganador y a la diferencia de votos. La clase política mexicana y los medios de comunicación le otorgaron el poder de ser el “gran elector”, ya que éstas reflejan el sentir ciudadano respecto a una gran variedad de temas, pero sobre todo, la intención del voto.
En Chihuahua, este 2007 lo iniciamos con una encuesta donde se le preguntaba a la gente quién le gustaría para que fuera el próximo presidente municipal. Los resultados del estudio realizado en diciembre daba como favorito al exalcalde Alejandro Cano Ricaud, quien superaba por muchos puntos a sus más cercanos competidores de ese momento.
Pero en ese momento no había una competencia. Ni siquiera interna. A los pocos días da el campanazo Carlos Carrera al separarse de su cargo para iniciar los preparativos para su precampaña, misma que iba en pos de lograr la nominación priísta a la alcaldía.
Y se inició la competencia. Durante la misma, Alejandro Cano utilizó como parte fundamental de su estrategia mediática a las encuestas, mismas que según su equipo de asesores, le daban hasta 30 puntos de diferencia y que a Carlos Carrera lo aplastaría con facilidad.
El día de la elección llegó, entre muchos más datos de encuestas que arrojaban un apabullante triunfo de Cano sobre Carrera, todo esto según datos del cuartel de Cano, y al obtener los resultados, efectivamente Cano ganó, pero no logró ni el 2 a 1.
Aquí es dónde Cano y su gente debieron de haberse preguntado ¿qué pasó?
Pero el triunfo los emborrachó y menospreciaron, que las encuestas no les habían dado datos ni siquiera cercanos a ese arrollador triunfo de mas de 30 puntos.
Inició la campaña formal, donde la competencia volvía a ser un Carlos. Pero ahora de apellido Borruel. Y la estrategia no varió: invadir los medios de comunicación con encuestas donde Cano aplasta a Borruel en intención de voto, conocimiento, y simpatías.
Al igual que Carlos Carrera, Borruel no jugó ese juego al inicio, y se dedicó a hacer su trabajo como candidato, mientras los medios diariamente mostraban datos sobre sus vacaciones en el fondo de las encuestas.
Cano estaba feliz, el canto de las sirenas la encantó y lo hechizó.
Todas las encuestas eran pura felicidad para él y su equipo. Incluso llegaron a comentar los miembros de su equipo de Cano, “que pasarían caminando sobre el PAN”. Para Alejandro las encuestas eran miel, pero el día de la elección esas encuestas arrojaron datos completamente contrarios: nada para nadie, la diferencia entre uno y otro era mínima.
Mientras la autoridad electoral determinaba quien sería el ganador, hubo gritos y sombrerazos, pero al final se confirmó lo que desde el día de la elección se sabía: Cano no era el triunfador de la contienda.
Como Ulises en La Odisea, Cano encabezaba esta aventura política, pero no emulo al homérico héroe y se dejó llevar por el canto de las sirenas. ¿Dónde quedaron esos 20 puntos que le daban el gane seguro sobre Borruel?
Las encuestas que a Cano le mostraron y realizaron en la campaña, no le “atinaron” en esta ocasión, pero una encuesta es una fotografía de un momento, una medición que se puede desmoronar el día de la elección. Es bien sabido que los mexicanos participamos poco en la democracia, pocos vamos a votar por convicción y a la mayoría de la gente prácticamente se le tiene que llevar.
Así los partidos que operan su “movilización” y estrategias para que su voto duro vaya a las urnas y eso no lo miden las encuestas y vaya que cambian el curso de las elecciones.
Las encuestas de salida, fueron otro factor en donde, tanto PRI como PAN, utilizaron el día de la elección para declararse ganadores por 7 y 6 puntos, respectivamente. Sin embargo, el porcentaje de voto oculto, ese que no revela por quien votó, fue muy alto.
A mucha gente le molesta que le cuestionen por quien votó, el ir a votar es una actividad muy íntima y mucha gente se siente invadida en su espacio personal por esa pregunta y no responde. También mucha gente cree que es la manera que los esquemas corporativos usan para cerciorarse si votaron por el candidato “bueno”, “efectivo” y mienten para quedar bien.
Las encuestas de salida fueron otro canto, en el que cayeron ambos partidos, pero en general el más afectado por escuchar el canto de las sirenas fue, desgraciadamente para él, Alejandro Cano, quien se dejó llevar por el canto de las sirenas y de su creador, irónicamente de nombre Ulises, quien cantó para impedir que el barco de Cano llegara a su destino.
Felicito a Alejandro Cano por su esfuerzo y por la decisión tomada de no impugnar la elección, pensando siempre en el bien de todos. Eso demuestra tamaños..
ULTIMALETRA
Es vergonzoso todo lo que estás sucediendo alrededor del caso del chino-mexicano Zhenli Ye Gon. Es increíble que los medios televisivos que dieron a conocer el caso lo hayan maximizado de tal forma que le dieron más credibilidad al chino. Este caso lleva ya dos petardos políticos: Javier Lozano Alarcón y Fidel Herrera Beltrán. ¿Cuántos faltaran para que alguien detenga este desagradable espectáculo?
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